lunes, 23 de enero de 2012

Traducción propia.


Mira, mira, mira, sigilosa, sigilosa, sigilosa suspira entre sus mantas llenas de historias invertidas de las cuales la mitad son creídas.
El surrealismo no es ninguna cosa tan sumamente fácil como para decir cualquier estupidez por muy extravagante que parezca, el surrealismo para ella es la esencia de darle el significado adecuado a cada cosa que persiste en su mente.
Su lengua es un látigo rebelde que saca las palabras que encierra su pequeña biblioteca, la cual esta dividida en dos.
Una parte es su mente (quizás la parte más divertida y aburrida a partes iguales) tozuda, rodeada por estatuas de dioses griegos y la segunda parte es de su crudo corazón (sin duda alguna es la parte más divertida, pues es totalmente oscura. Al final se puede visualizar una pequeña luz que muy pocos llegan a probar. Destellos que se vuelven tan tentadores una vez que son vistos) adornado sutilmente con una armadura brillante inspirada en el estilo rococó.
Esto es solo un trozo de lo que creo que termina teniendo más valor en mi su ser.
Las armaduras y la oscuridad se consiguen con el tiempo mal tragado pero en cambio siempre quedara algo de luz.
¡Viva el arte!

jueves, 12 de enero de 2012

Invirtiendo el sentido.


Cogió con una especial ligereza su abrigo y tomo rápidamente aquellos libros tan añejos que había leído hasta el final de sus páginas, algo que no solía hacer nunca.
Salió por la puerta como alma que lleva el diablo sin mirar atrás, sin despedirse, sin tacto alguno, sin coger todas sus cosas que aun quedaban en ese lugar que mirado desde sus ojos era lo peor, lo inmenso, lo muerto. En la esquina, dio media vuelta parando sus pies en seco, mirando hacia aquel lugar y con un suave tono dijo:
- En la locura habré caído, pero no gozar más quiero de la muerte en mi presencia si ella lo que hace es reírse de mi ser y no matarme.
Se volvió y siguió en aquella dirección la cual parecía pensada pues su paso era rápido, fuerte y las luces se ponían a su favor.
No podía mas con sus pies y notaba un dolor espantoso que subía por su estomago hasta hacer un nudo agonizante en su garganta. Pero siguió su camino, notando esa sensación tan extraña que poblaba su cuerpo sin que el calor del abrigo pudiera impedirlo, hasta que noto las vibraciones musicales de un violín correr por su oreja hasta hacerle ver a lo lejos un restaurante en el cual estaban tocando algo tan sutil, tan divino, tan sublime que parecía ser algo del mismísimo Paganini.
Entro, no era un restaurante normal para nada. Los músicos eran recorridos por un aura que los volvía tan bellos como las composiciones que estaban tocando y los instrumentos expulsaban una música tan divina que te hacían sentir cada nota. Tomo asiento dejando sus libros en aquella mesa alejada del público, pues no podía permitirse sentarse mas cerca, ya que no llevaba nada de dinero encima, para poder tomar un buen whisky algo que también le vendría haciendo falta para poder soportar ese nudo que ni la música logro desatar un poco. La música, aquel lugar, aquella mesa tan bien tallada, esa amargura que recorría su cuerpo la que obligo a que sus labios involuntariamente llamaran al camarero y pidieran un whisky del mejor que tuviera la casa. Una vez traído el whisky lo tomo sin despiste alguno, lo más rápidamente que pudo y termino levantandose, saliendo por la puerta como el mismísimo viento.
Pudo andar más, pero no más deprisa.
Termino por dejar caer su cuerpo encima de una piedra gigante, fría y llena de musgo. Se puso bocarriba mirando a la luna con una gula en sus ojos que parecía que la iba a devorar si ella se despistaba en algún momento. Dejo caer los libros sobre la hierba húmeda, rebusco entre los bolsillos de su abrigo y saco un revolver tan enigmático que daban ganas de dispararlo, pues no daba esa sensación de ser un arma normal, era demasiado atractiva. Una vez revolver en mano lo introdujo en su boca, suspiro, miro a la luna como nunca antes imagino que podía mirar, de esa forma tan mitológica. De pronto para cual loco, la luna se acerco tanto que con una doble voz dijo:
- No puedes hacerlo, nadie nunca me ha mirado de tal forma, nadie nunca ha deseado verme antes de morir encima de este valle frío y sediento de sol.
Tirando el revolver a un lado, parpadeando varias veces, respondió:
- No puede ser que tu hables, no puede ser que pase esto, no puede ser.
La luna empezó a perder su luz y le respondió con esa doble voz:
- La locura te ha dominado, la locura crece por tu cuerpo, se anuda a tu garganta, la locura te esta haciendo ser lo que quieres, la locura te deja coger pluma y papel.
Volvió a parpadear y dijo:
- Gracias luna de mi locura por enseñarme que aun gozo de cordura alguna.
Se reincorporo y la luna se alejo rápidamente volviendo a lo lejos
recuperando su luz cegadora.
Pudo suspirar, notar aun ese nudo pero, no pudo dejar de mirar a la luna y volver a suspirar diciendo:
- Locura, no locura... La mía empieza aquí.
Nadie sabe que sería "la mía" si su vida o su locura.

miércoles, 11 de enero de 2012

Sintiendo de una forma paralizante.


Bajo las escaleras con el silencio de un felino y en el ultimo escalón se quedaron sus pies clavados. Miro al salón y pudo escuchar que ella estaba despierta gracias a uno de sus suspiros. Volvió a moverse igual que antes, sin ruido alguno y cuando estaba en la puerta su cuerpo quedo paralizado, sus ojos abiertos al máximo, su mirada dirigida a ella y sus labios apretados impedían el saludo de buenos días.
Ella, su presencia, su esencia tan especial, su forma de envolverlo todo en un estado diferente, así era ella en aquel salón aquella mañana.
Pudo mover sus labios y musitar la palabra "vida..." con muy poca motivación pero con bastante sinceridad como para que ella se diera cuenta y volvió a moverse buscando su taza de leche.
Una vez taza, en mano se puso a mirar por la ventana, mientras ella rondaba por su alrededor rozandole todas las partes de su cuerpo lo cual influía en su pose pues volvía a paralizarse. Sus ojos parecían a ver olvidado el pedir un parpadeo, su boca entreabierta dejaba que fuera tomando la leche lentamente, saboreandola como si por ultima vez la fuera a tomar.
De pronto todo cambio pues su paralización se fue en un segundo y su mente quedo en blanco durante unos minutos, hasta que vio el fallo. Ella se esfumo del salón y sin su presencia nada volvía a ser tan perfecto como hacia unos minutos.
Dejo la taza encima de la mesa de cristal y volvió al tocadiscos colocando de nuevo la aguja. El vinilo era el causante de la presencia de ella, porque sin ella nada es nada, ni un simple desayuno, ni una simple mañana.