miércoles, 11 de abril de 2012

Explicaciones de un compañero expulsado.

Una vez más mi dolor de cabeza era totalmente insoportable, por lo cual volví a actuar de la misma forma que las primeras veces, salir corriendo sin mirar adonde podían llegar mis piernas de porcelana.
Lo ultimo que escuche a lo lejos, fueron los gritos de mis acompañantes preguntándome que hacia, donde me dirigía con tanta prisa, que ocurría... No pude contestar pues ni yo mismo lo sabia, solo lo sabían mis piernas de porcelana.
Se pararon en seco, como si de frenos gozaran ellas. Mire a mi alrededor, lentamente girando la cabeza, pude visualizar que estaba en un lugar realmente fascinante, pues no se veía nada.
¿Qué sentía? ¿Miedo, morbo o básicamente nada? Nada. No sentía nada, era todo tan extraño y a la vez tan confortable que seguí unos minutos en seco notando la humedad que empezaba a arropar mi cuerpo, mi cuerpo sudoroso y tenso. De pronto note como un calor volcánico subía desde mis piernas hasta llegar al dolor de mi cabeza. Mi cabeza empezó a volverse aun más dolorosa, por lo cual el dolor empezó a gustarme cada vez más...
Comencé a dar pasos, con un esfuerzo tremendo, el calor empezaba a hacer mi cuerpo pesado y torpe. Los iba contado uno a uno, en total fueron veintiséis pasos, pesados, eternos pero los cuales lograron llevarme más lejos y pude ver una luz. Una luz blanca pero, daba la sensación de ser extremadamente minúscula y extraña.
De pronto note como yo me empezaba a iluminar por un fuego que salía de todas partes, recorría todo mi cuerpo pero, no llegaba a hacerme quemaduras, eso era realmente fantástico, mágico, sublime.
¿Quien era realmente yo?¿ Quien era?¿Era tal y como muchos me señalaban vilmente por las espaldas? Solo era un persona defensora de mis derechos, de no aceptar cosas tan estúpidas como el de perdonar todo dolor causado por los demás.
Seguía andando, pensando y de pronto aquella luz blanca la vi debajo de mis piernas. El suelo comenzó a desaparecer, yo a caer en picado y la luz a volverse en un tono realmente sobrio.
Ahora lo entendía todo, ahora entendía el porque de miles de cosas lo que nunca entendí el porque se encierran a las personas defensoras de si mismas y no de los demás.
¿Que era todo aquello?¿Amor o odio? Solo me respondí que el odio también es amor.

2 comentarios:

  1. El señor anónimo se define asi mismo...
    Respecto a la publicación, un mes y nueve dias mas tarde, me gusta la reflexion final (aunque tal vez la haya entendido al reves): la caida es el principio de todo.

    Desde el averno,
    M.

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